Según un estudio publicado recientemente en la revista Science, las selvas que conocemos hoy en América Latina, como la selva Amazónica y la Atlántica, se crearon tras el impacto de un meteorito que acabó con los dinosaurios. La roca gigante, de 10 km de diámetro, que golpeó la península mexicana de Yucatán hace 66 millones de años, destruyó el 75% de la flora y la fauna de la época, pero fertilizó el suelo y permitió la aparición de nuevos y diversos ecosistemas.
La paleobotánica colombiana Mónica Carvalho, primera autora del estudio, recuerda que el asteroide provocó una catástrofe global que destruyó por completo los bosques de la región. «El efecto fue como si miles de millones de bombas atómicas explotaran a la vez». Provocó terremotos y olas de más de 1.000 metros de altura. Afectó a todo el planeta, pero nuestras investigaciones confirman que los bosques se vieron afectados de una manera particular, nunca volvieron a ser los mismos, y en su lugar se creó un nuevo tipo de bosque que tenía un aspecto y un funcionamiento completamente diferentes.
Este resultado, obtenido al examinar y comparar al menos 50.000 granos de polen fósiles y más de 7.000 hojas, flores y semillas fósiles encontradas en rocas de más de 50 minas, ríos y caminos de Colombia, refuta la creencia anterior de que la estructura y composición de los bosques de dinosaurios era la misma que la de los bosques tropicales actuales. Los análisis de los granos de polen han proporcionado una imagen detallada de las especies presentes en cada periodo, y otros fósiles han ayudado a comprender la ecología y la función del bosque antes y después del impacto del meteorito.